Tengo en mi poder un proyector Paya sonoro que se creó en el año 1934 y que me regalaron a los siete años. Su estado es un tanto lamentable, a falta de una buena restauración, sobre todo en la parte de los fuelles, tanto el lateral como el del fondo. Películas no tengo, pues las tres o cuatro que me compraron entonces pronto me cansé de ellas y, por lo tanto, yo mismo me las dibujaba con los dos movimientos sobre el papel de restos de bobinas de máquina calculadora. Llegué a dibujar más de cien películas, entre ellas "La vuelta al mundo en 80 días" que entonces estaba estrenándose, pues el proyector me lo compraron en el año 1956 cuando cumplí 8 años. Desde entonces mi pasión por el cine ha progresado muchísimo.
Pero tengo en mi memoria otro juguete de Payá y de hojalata que era una lancha motora muy ingeniosa. En la parte de la popa llevaba dos conductos que quedaban bajo la línea de flotación. Por ellas salía aceite que había sido calentado en un diminuto depósito que se encontraba en medio de la canoa por medio de una mecha sumergida en el aceite (como si se tratara de una lámpara de aceite). El ingenio consistía en que el agua entraba por uno de los tubos sumergidos siendo rechazada por el aceite caliente y saliendo por el otro tubo lo cual actuaba como propulsor de la misma barca que era además dirigida por un pequeño timón para que diera vueltas según la capacidad del estanque donde navegaba. Logre ver este juguete en el Museo del Juguete de Albarracín. Me hizo recordar aquellos años de mi niñez con mucha nostalgia. ¿Por qué no se han hecho reproducciones de estas maravillas? Pienso que ahora acariciaríamos estas maravillas con todo el cuidado que no tuvimos en nuestra niñez. Por eso pienso que los juguetes buenos no son para los niños que no los aprecian, si no para estos niños grandes que valoran el trabajo y el ingenio de estos magos del juguete de Payá.
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Tengo en mi poder un proyector Paya sonoro que se creó en el año 1934 y que me regalaron a los siete años. Su estado es un tanto lamentable, a falta de una buena restauración, sobre todo en la parte de los fuelles, tanto el lateral como el del fondo.
Películas no tengo, pues las tres o cuatro que me compraron entonces pronto me cansé de ellas y, por lo tanto, yo mismo me las dibujaba con los dos movimientos sobre el papel de restos de bobinas de máquina calculadora. Llegué a dibujar más de cien películas, entre ellas "La vuelta al mundo en 80 días" que entonces estaba estrenándose, pues el proyector me lo compraron en el año 1956 cuando cumplí 8 años.
Desde entonces mi pasión por el cine ha progresado muchísimo.
Pero tengo en mi memoria otro juguete de Payá y de hojalata que era una lancha motora muy ingeniosa. En la parte de la popa llevaba dos conductos que quedaban bajo la línea de flotación. Por ellas salía aceite que había sido calentado en un diminuto depósito que se encontraba en medio de la canoa por medio de una mecha sumergida en el aceite (como si se tratara de una lámpara de aceite).
El ingenio consistía en que el agua entraba por uno de los tubos sumergidos siendo rechazada por el aceite caliente y saliendo por el otro tubo lo cual actuaba como propulsor de la misma barca que era además dirigida por un pequeño timón para que diera vueltas según la capacidad del estanque donde navegaba.
Logre ver este juguete en el Museo del Juguete de Albarracín. Me hizo recordar aquellos años de mi niñez con mucha nostalgia.
¿Por qué no se han hecho reproducciones de estas maravillas? Pienso que ahora acariciaríamos estas maravillas con todo el cuidado que no tuvimos en nuestra niñez. Por eso pienso que los juguetes buenos no son para los niños que no los aprecian, si no para estos niños grandes que valoran el trabajo y el ingenio de estos magos del juguete de Payá.
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