JUGUETES PARA NIÑAS.
COCINAS Y MENAJE EN PAYA HERMANOS.
Por Raimundo Payá Moltó
raimundopaya@telefonica.net
Los inicios de la fabricación de juguetes de Payá hemos de situarlos en 1.893. Esta fecha está documentada en un par de anuncios publicitarios de los que uno se adjunta. Estos anuncios datan de 1963 fecha en que los fundadores aún estaban en activo. Fueron ellos quienes escribieron: “Payá Hermanos S.A. presenta la gama de juguetes más completa. Una evolución constante desde 1893”.
Lo primero que fabricaron en aquellas fechas fueron candiles, lecheras, aceiteras y demás utensilios domésticos. Los fundadores eran hojalateros y simplemente repitieron, a tamaño reducido, los objetos que vendían habitualmente en los mercadillos y ferias de los pueblos de la comarca como Jijona, Castalla, Alcoy e incluso Alicante.
Lo que manufacturaban en su hojalatería de Ibi, iban a venderlo en una tartana con su correspondiente burrito. Quizás por eso la tartana pronto se incorporó a los juguetitos iniciales destinados a las hijas y nietas de sus clientas habituales. Así se dieron a conocer a nivel comarcal.
A partir de 1909, cinco años después de la primera escritura de constitución de la sociedad, es cuando Payá se da a conocer a nivel regional, gracias a su participación en la Exposición Regional de Valencia. Llevaron una vitrina modernista con juguetes mas elaborados, a los que incorporaron las gafetas y no solo la soldadura. Con esta vitrina ganó una medalla de oro y la invitación a participar en la Exposición de Buenos Aires de 1910. Con ello llegaría su lanzamiento internacional.
La hojalata se trabajaba encima de matrices de madera. Con la porreta, un pequeño martillo de terminación redonda, le iban dando golpes hasta que conseguían la forma que deseaban. Los fundadores de Payá fueron muy hábiles en dar forma al metal no solo fabricando juguetes sino también en la compostura de instrumentos musicales como rezaba en su primera tarjeta de visita de La Sin Rival.
Mi abuelo Pascual tocaba el clarinete en la Banda Municipal de Ibi. Sin duda el desarrollo de esta afición fue crucial en la adquisición de tamañas habilidades. Hay facturas que demuestran que incluso desde La Coruña le remitían instrumentos musicales para su arreglo.
Esto viene al cuento para entender en qué circunstancias se desenvolvían los fundadores. Si estudiamos el primer catálogo de 1925 veremos con las referencias números 1, 2 y 4 los carritos con su burrito ya con gafetas. Replicaron el medio de transporte que usaban para la distribución de sus fabricados.
En cuanto a la fabricación de cocinas si nos fijamos en este mismo catálogo vemos como las cocinitas económicas que llevaban chimenea y datan de los inicios, números de referencia 54, 55, 59, 60, 61 y 62 estaban pintadas en negro y se acompañaban de sus accesorios de ollas y cazos no solo de hojalata sino también de aluminio. La docena de cocinitas nº 62 con sus accesorios costaba 180 pesetas. O sea que cada conjunto salía por 15 pesetas cifra nada despreciable para el año 1937 y que marca la diferencia con la cocinita más sencilla de referencia 54 que solo costaba 3’50 pesetas.
En estos primeros años las cocinas económicas, o sea, las que funcionaban con leña, se pintaron de negro como eran las de las casas. Sin embargo, ya en el catálogo de 1945 esas mismas referencias se presentaron pintadas en color rojo y blanco para darles un toque de modernidad.
La cocina con batería más pequeña fue la número 68. Iba en un cartón acompañada de dos cucharas, bandeja, rallador y demás utensilios todo ello de una modestia muy en consonancia con las penurias de los años cuarenta.
En Payá también se fabricaron cartones con juegos de tazas, platos, cucharillas y tetera con número de referencia 546. Las referencias 545, 550 y 549 eran juegos de platos, tazas, cafetera y alguna llevaba bandeja.
A partir de 1946, en la factoría que abrieron en Alicante, se fabricaron juguetes para niñas que ofrecían mayor variedad: la batidora de referencia 66. La olla a presión referencia nº 20 y una cocina eléctrica, referencia nº 51, con resistencias y su correspondiente batería de cocina de aluminio. Ya en los años cincuenta se comercializaron un fregadero con depósito de agua y una lavadora manual todos ellos bajo la marca Rai que era otra de las marcas de Payá.
En el tríptico publicitario de 1965 ya presentaron la Cocina Corberó de butano; la estufa Otsein también a butano; el frigorífico Edesa; la Minipimer que batía y la aspiradora Fagor. En aquella época de los inicios de los electrodomésticos, era un signo de modernidad imitarlos incluso añadir la marca.
Lo importante en esos juguetes era su realismo. En consecuencia todos llevaban su motor, sus luces de encendido y una pequeña resistencia para lograr el efecto de calor, movimiento, o frío con el fin de que se parecieran lo más posible a los que se usaban en casa. Incluso la publicidad destacaba que las asas eran aislantes, resistentes al calor y llevaban unos fieltros para poder cogerlas sin miedo a “quemarse” al igual que hacía mamá. Todos estos juguetes eran de gran calidad comparable o a veces superior a los tan alabados coches, trenes o barcos.
En los años setenta Payá inició una nueva serie de juguetes para niñas, el primero fue el Dulcenieves y sus cuatro gustitos. Con él se preparaban helados. Posteriormente llegó el emblemático Palomitón con el que se podían hacer palomitas. Raro fue el hogar que no disponía de uno. Con el Dulcecotón se hacía algodón de azúcar y con el Golositón, un horno en miniatura, se hacían dulces y comiditas de verdad. Se vendía con sus correspondientes recetas. Como se puede apreciar todos los nombres terminaban en “on”. Una fórmula sonora para la TV, donde se anunciaron y que tan buen resultado dio al primer juguete que se anunció por este medio el famoso Tiburón Citroen Payá. Aún se recuerdan muchos de estos anuncios por su fácil rima.
Algunas veces me han preguntado si estos juguetes eran sexistas. Yo creo que la pregunta no es pertinente. Hay que pensar que esa era una época determinada donde los derechos de las mujeres estaban muy mermados y sólo se pensaba en su papel como madre y esposa. De ahí que a las niñas, desde la infancia, se las encaminaba hacia los quehaceres domésticos. Los juguetes también sirven para reflexionar sobre el tiempo que nos toca vivir en cada etapa de la historia.
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