JUGUETES DE PLAYA
Por Raimundo Payá Moltó
raimundopaya@telefonica.net
Cuando hablo de juguetes de playa me refiero a los juguetes que se usaban para jugar en la arena y con el agua del mar, aunque también se utilizaban en parques y en general al aire libre.
Las vacaciones, hoy en día, son un derecho laboral pero anteriormente eran un lujo que solo se permitían las familias acomodadas.
Recuerdo hacia los años cuarenta del pasado siglo, cuando fui con mis padres a la Playa de Levante de Benidorm. En toda esa inmensa playa solo habitábamos tres familias. Nosotros, el abuelo del actual torero de Valencia, Barrera, y unos señores de Madrid. Qué diferente de la aglomeración de nuestros días.
Todo esto viene a colación porque, como fácilmente puede deducirse, el mercado de los juguetes de playa era muy escaso. En estos momentos los juguetes de playa son un capítulo importante y el cambio no ha venido solamente por la cantidad de niños y niñas que los utilizan sino porque ya no son de hojalata litografiada con mango de madera sino de puro plástico.
Mi padre, cómo no, nos trajo los cartones de juguetes de playa compuestos de pala corta y larga, rastrillo, moldes para hacer estrellas de mar, peces y conchas. Llenándolas de arena húmeda, alisándolas con las palas y desmoldándolas, nos pasábamos horas. El cubito, era una mochila con el fin de transportarlo con mayor comodidad en las mañanas de vacaciones junto al mar. Las tardes las dedicábamos a pescar en el puerto porque a la playa en aquel tiempo sólo se iba por las mañanas.
Recuerdo que trajo la sencilla canoa que se empezó a fabricar en 1935 pero, por supuesto, sin el resorte mecánico de cuerda que lo convertía en fuera borda. Eso estaba destinado a superficies de agua más tranquilas no estaban hechos para las olas del mar. Tenía una longitud de 36 cms. y sus colores eran amarillo, verde y rojo.
También trajo la motora referencia 919, igualmente sin resorte, de hojalata serigrafiada en rojo, azul, blanco y negro. Tenía 18 cms de eslora. El conductor era una figura de chapa mientras que el salvavidas y las piernas del conductor tan solo estaban dibujadas sobre la cubierta.
La canoa Pof-Pof era muy divertida por el sonido que emitía pero no servía para la playa. Solo podíamos verla evolucionar en un buen barreño o en la bañera de casa.
Payá en su primer catálogo de juguetes a todo color, solamente tiene las referencias 431 y 432 que son dos cubos. El mayor de 85x85 mm. Y el pequeño de 60x60. Ambos de chapa litografiada. Sin embargo en la tarifa de precios de 1937 de las Industrias Payá y Rico socializadas U:G.T. Ibi únicamente aparece la referencia 432, al precio de 2,50 pts la docena.
Aprovecho la ocasión para hacer el siguiente comentario sobre el famoso primer catálogo de Payá. Estudiosos y coleccionistas de juguetes lo datan en 1923. La verdad es que no sé con que fundamento realizan esta aseveración porque en su portada se puede leer: Payá Hermanos S.A. Bien es verdad que era costumbre denominarlos Payá Hermanos desde los inicios aunque se tenía como marca La Sin Rival y ya el 15 de Diciembre de 1912 los tres hermanos Pascual, Emilio y Vicente hacen su escritura como Compañía Regular Colectiva como Payá Hermanos. Sin embargo hasta el 2 de julio de 1924 no realizaron la escritura como Payá Hermanos S.A. En consecuencia podríamos pensar que el catálogo no sería anterior a esa fecha.
Payá hasta después de la guerra civil en los años cuarenta, realmente no fabricó juguetes de playa. Entre otras cosas porque en Vigo la firma Rei tenía la chapa litografiada a pié de fábrica. La chapa litografiada abundaba por aquellos lares gracias a la industria conservera gallega. En consecuencia vendían estos artículos a muy bajo precio. Era difícil competir con ellos.
Juguetes Hispania de Barcelona que fabricaban artesanalmente juguetes de hojalata unida con soldadura y pintada, tiene catalogadas panoplias con utensilios para jugar en la playa. Barcelona estaba junto al mar pero Payá y Rico, que también hizo cubitos, estaban en la montaña. Cubrir los treinta y seis kilómetros que separan Ibi de la costa alicantina suponía una aventura y varias horas de viaje.
No obstante los cubitos tenían otra utilidad. Servían también para guardar los estropajos y el jabón y era habitual verlos junto a los fregaderos de muchas casas. Creo que este uso contribuyó a que fuera el objeto más fabricado.
Los coleccionistas de los juguetes de playa de hojalata litrografíada, tienen, en general piezas impecables, nuevas. Seguramente las habrán adquirido en jugueterías antiguas como me contaba uno de ellos. Cuando iban a cerrar alguna juguetería antigua se pasaban a ver que tenían guardado y así se hicieron con cubos, palas o rastrillos porque los que se utilizaban en la playa se perdían, se oxidaban o estropeaban con el tute que le dábamos todos los críos.
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